lunes, 14 de marzo de 2016

Navidad


Los que hemos tenido la infinita suerte de tener una familia trabajadora de clase media, podemos presumir humildemente de repasar hacia atrás muchas navidades felices. No lo digo solo por los regalos, aunque está claro que cuando uno es niño tiende a no valorar la reunión parental de citas como estas. Ya de grande, claro, uno toma real dimensión de estas festividades y, por supuesto, tiende a aborrecerlas.

No obstante de eso, llevo varios días repitiendo en mi interior una versión de mi mismo de la noche del 25 de diciembre de 1999. Como tantas otras cosas que me acuerdo patente, puedo trasladarme a ese momento casi sin entrecerrar los ojos. 

La tengo presente porque esa vez le pude poner palabras a algo que había sentido (nunca tan fuerte) y no sabía cómo llamar: se llamaba ansiedad y nació desde que abrí un regalo que dentro tenía un videojuego que yo creía que era de playstation. La consola no apareció después en ningún otro paquete por lo que asumí que me la iba a encontrar en casa.

Esa fue la primera vez que me quise ir volando de lo de mi abuela. Pero todavía no era tiempo.

Lamenté como nunca haber roto todos mis relojes, porque pregunté la hora en unas dos mil veintidós ocasiones. Tan resignado estaba, tan desesperado, tan angustiante era mi situación, que opté por quedarme adentro, en la cocina, tratando de forzar al tic tac de pared para que se apure con las vueltas. No funcionó. Como tantas otras veces en mi vida, tuve que aprender que esperar no solo era la mejor opción, sino la única.

Finalmente no había una play en casa, pero sí una computadora. La consola recién me la compré con mis ahorros diez años después. Sigo sin usar relojes. El nene de ocho años que fui reapareció por estos días, mirando a cada rato el celular que llevo en el bolsillo, precavido de que se quede sin bateria, chequeando que funcionen las notificaciones. Nunca se fija la hora, pero todavía sueña. Los pibes son así. La navidad ya terminó.

Pero él todavía cree en los Reyes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias!