Solo se admitirán dos participantes. Una vez inserto en la
dinámica de la recreación, las reglas se volverán inapelables por dolores que
provoquen; las consecuencias estaban escritas mucho antes de que rueden los
dados. Serás un caballero y ocuparás el último lugar de la fila; un peón con ansias
de rey y el filo de un alfil, prohibido estará saltearte etapas cual caballo veloz.
Tu cara siempre dirá póker, y no vas a
ir esta mano, ni la otra, porque hay muchas apuestas antes que la tuya y todas
seguras, mas tendrás miedo a la plena quietud y cada tanto, sin poder
negociarlo, tendrás que echar la falta envido aunque tengas dos negras, solo
para que el resto entienda que todavía estás ahí. Sonreír está primero y lujos
como el despilfarro no figurara en tu léxico diario, aprovecharás cada instante
como un preso en libertad condicional y demostrarás pasión, amor y algo de
locura, porque de los normales sospechan todos y esta jugada, la tuya, tiene
que ser perfecta o de lo contrario la ruleta se frena y la casa pierde, todos
ganan. Así también, aceptarás al tiempo inclemente que no pondrá menores
reparos: Los días serán largos, grises y fríos en tu soledad. La cuenta
regresiva parecerá inalcanzable y cada hora correrá por media. Si superas esta
primera etapa, encontraras la siguiente bastante más injusta, pues con los dos
participantes brillando en el centro de la escena, el reloj aumentará en forma
vertiginosa transformando las horas en minutos, complicando todavía más todas
las demás condiciones. Solo puedo asegurarte que aceptando estas reglas, y
jugando este juego, te sentirás convencido de que todos esos minutos escasos
con la otra participante Valen la pena y te darán los puntos de vida necesarios
para enfrentarte a todo lo demás.
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