A lo mejor, si mirás esta foto te das cuenta a que se
refería Victoria. De hecho, si no te das cuenta, replanteate tu capacidad
deductiva. A ver, ahí va un ayudín: mírame a mí. Tan bruto, tan poco agraciado.
Nunca fui capaz de entender cómo funcionaba eso de combinar la ropa. Tengo los
ojos tan chiquitos y juntos que cualquier anteojo de sol me queda enorme. Con
frecuencia me enojo hasta la muerte por temas de insignificante importancia.
Presumo de un Master en arrancar y abandonar gimnasios. En un par, de hecho,
está mi foto debajo de un pedido de recompensa. Como la vida no me dio
velocidad para captar rápido las indirectas, y me atrasó un par de años la
madurez con respecto de mis pares, este texto a lo mejor deberías haberlo leído
hace dos años. Con bastante frecuencia la gente confunde lo que escribo con lo
que creen que soy y lo que podría llegar a ser. Soy como ese inhallable tío
abuelo del amigo de un conocido del que paraba los sábados en el kiosco del
barrio que iba para crack pero se rompió la rodilla y no pudo llegar. La eterna
promesa que este año la rompe, que ya despega, que en cualquier momento se
recibe, que está tapado de proyectos inconclusos.
Y en cambio ella es un combo letal de realidades lindas.
Porque cuando sonríe te deja reserva para pasar veinte días en un refugio
antibombas. Ella sí promete lo que sabe que puede cumplir: te vende perfección
porque la tiene ahí en la palma. A veces la disimula para no sentirte tan
adversa, para ser más compañera. Debe ser la persona más bajita de todas las
que están a la altura de los mejores deseos. Y encima, todavía, para colmo,
está bastante buena.
Por eso me di cuenta enseguida lo que me quiso decir Vicky
cuando hizo esa pregunta. Al toque. Dijo lo que dijo, ya lo sé, pero en
realidad me miró con los ojos en blanco, a lo mejor evaluando ella misma
también cuantas eran las chances ciertas, intentando dar con qué lleva a
alguien a terminar de esta manera. Lo digo sin vueltas, lo que quiso preguntar
y no lo hizo, tan discreta ella, es mucho más simple. ¿Cómo carajo hiciste? Se
le leía en la mirada. Le contesto que la verdad, amiga, yo tampoco tengo idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias!