Apagué
el despertador a la quinta o sexta vez que sonaba, con una canción que ni
siquiera sabía que tenía en el teléfono. Cada vez que sacaba el brazo para
pausarlo otros diez minutos, me congelaba y reforzaba la idea de no levantarme
nunca. Me abrazaba a mi mismo hasta quedarme dormido otra vez. Al final, no
quedó otra.
Llueve
mucho. Pienso que generalmente me entusiasma que llueva, pero hoy no. No me
causa gracia la idea de pasar con la camioneta y mojar a los pobres que esperan
el micro. Hoy me pone triste. Además hace frío, y a mi el frío me rompe las
pelotas. Me quiero lavar la cara pero no hay agua caliente. Me disfrazo con
ropa enorme para abrigarme y me preparo un café con whisky. Apoyo la frente en el
vidrio y queda empapada, pero no importa. Aprieto los dientes para
acostumbrarme a la sensación y de paso dejo que las gotas que me caen de la
nariz se confundan con las que transpira la ventana. Si no fuera un asco sería
un escenario bastante poético, pienso. Pero es una escena bastante patética, la
verdad.
Desde
esta altura puedo ver toda la ciudad hasta donde empieza lo verde y más también.
Me hace acordar a unas vacaciones con Kevin en Mar de Ajó, cuando jugando con
los ascensores descubrimos por una ventana un estadio abandonado que estaba a
kilómetros de distancia, escondido entre los árboles. ¿Cuántas cosas cambiaría
y cuantas cambiaron desde entonces? Miro para abajo y pienso en la cantidad de
gente que anda rondando por ahí, mejor y peor que yo. No es consuelo. En lo que
a mi concierne hoy es un día de mierda.
Prendo
el smart y el noticiero dice el noticiero que se murieron no sé cuantas
personas. Que se inundó no sé qué villa porque explotaron al mismo tiempo un montón
de tanques de agua pintados con la bandera de Boca y que los cuerpos andan
flotando por ahí, sin peajes, como en la India pero con más onda. Menos mal. Desde esta
altura no se alcanza a ver.
Me
cayó mal el desayuno. Voy al baño y hay sangre, mucha sangre, la suficiente
como para asustar a quien tiene miedo de morir. A mi la verdad no me importa.
Me preocupan más las pirañas.