miércoles, 1 de agosto de 2012

Nuestras noches imperfectas




En nuestras noches imperfectas algo se rompe, aunque todo sale bien. Una mirada que se anexa sin sonrisa y un abrazo apretado cargado de melancolía. Silencios incómodos y eternos se suceden para que el mundo deje de girar, desconociendo el porqué de su circular movimiento.

En nuestras noches imperfectas, nos amamos tanto como siempre, pero lo expresamos mucho más. Porque cuando algo se quiebra, ¡Y es el propio peso de las cosas el que da puntos a la herida!, reina el desconcierto y el temor. La adrenalina de tamborilear el presente que se antoja tan placentero, aun en la certeza de que esto no puede suceder.

En nuestras noches imperfectas reímos bastante menos y nos besamos con mucha más necesidad. Quizás sea el temor a la soledad, o la tristeza reinante, la que eleva nuestros cuerpos más al choque que al roce, mezclándonos en pasión y desesperación. En ese entonces se funde el fragmento de tiempo donde el curso de nuestro tiempo juntos se reconstituye.

Porque en nuestras noches imperfectas, la princesa vuelve a casa dormitando en mi hombro, que la rodea con el brazo. Y nos despedimos con un beso de valor añadido al vacío existencial en el que se sume mi alma, cuando de ella se separa. Es que son estas noches imperfectas, en las que añoro con locura, las que le otorgan mucho brillo a las demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias!