martes, 14 de febrero de 2012

Felíz Día.

Viajo con vos, y las piernas son innecesarias. Con vos vuela mi alma.

Leo Timossi.

Hemos  tenido altibajos, como todos, en todas las relaciones, creo. De hecho ahora estamos algo distanciados, qué sé yo. De un tiempo a esta parte vos estas algo fría, distante; yo ya no te trato como antes, la suavidad y el cuerpo se me fueron al carajo, viste como es esto. Pero los días pasan y llega este, y como cae martes, sé que vos no me vas a regalar nada este año. En la calle van a pulular quinceañeros de la mano de sus novias trofeo,  los ositos de la maquina se desean como petróleo y algún que otro resentido racional (después de todo, estar enamorado es experimentar una especie de locura) desacreditará esta fiesta yanqui.

Y vos vas a estar por ahí, y yo voy a estar acá, uno en cada punta, dos ofendidos que se extrañan pero no se quieren ni mirar.  Pero yo voy a pensar en vos, gordita, como pienso todos los días. ¡Si al final, sin vos no soy nada!  Soñé tantas veces que te besaba hecha oro y vestido de traje, que te exhibía ante el mundo como propia, solo mía y nada más, y me diste los sueños más brillantes. Y en tu vuelo me produjiste los alaridos más lindos, los orgasmos que incluso me llevaron a la oscuridad confusa de abrazarme con desconocidos. ¡Si  hablando de vos, hice mis mejores amigos!  Compartiéndote aprendí la moral que hoy me lleva a ser una buena persona en un colectivo, que solo no sirve sobrevivir a un naufragio.  

Me diste tantas alegrías, tantos llantos,  que aunque me dejé querer por leyes y honorarios altos, me cambié de facultad, solo por vos. Sos tan universal, que todavía hoy, y de formas que solo desde lo hermoso de tu contexto pueden explicarse, me llevas hasta personas que no me creí capaz de poderme acercar.

Entonces, aunque existan para el caso fechas más acordes, hoy percibo las sensaciones que flotan y me acuerdo de vos, y siento esto tan lindo en el pecho, y te digo esto, porque pase lo que pase, por lejos que te vayas, nunca me voy a desenamorar de vos.

Feliz día, mi amor.




miércoles, 8 de febrero de 2012

La lluvia cae

Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.


Eduardo Galeano


La lluvia cae y yo no sé si estoy despierto. Escucho el agua recorrer cerca de mí, pero no tengo claro si lo estoy soñando, o si otra vez estoy desvelado. Hace días que no me encuentro en mis estados, que no controlo palabras, emociones ni realidades. El sueño constante en el que pareciera vivir flotando, el sopor mental, la mueca idiota; sensaciones solo mitigadas por este miedo que me ahoga, que me pincha y me recuerda mi historia, triste adjunto que no puedo olvidar.

La lluvia cae y yo me pregunto cómo hago para no seguir ilusionando estos silencios. El recuerdo, el tuyo, se perpetua en mis momentos, se instala en mi soledad y navega sin barreras por las corrientes más profundas de mi imaginación, llegando tan lejos como me creas capaz. Este sendero que parece no tener fin me tiene firmemente arraigado, contraído. Preso de mis descontroles me resigno, pasará lo que tenga que pasar.

Pero la lluvia sigue cayendo, y entre rayos, truenos y otras yerbas, yo tengo ganas de verte. Y no puedo aferrarme de nuevo a que un inconsciente error me regale la posibilidad. La inocencia está lejos, sepultada en actitudes realmente infantiles, hijas de mi espontaneidad tan madura. El valor se vuelve tan obsceno como preciado. Hoy no lo tengo. Mientras tanto, esta distracción hace mella en mi ansiedad, que no sabe de tiempo ni estrategias.  Los miedos y los rayos me recuerdan que todavía no sé qué trágico final puede tener esta historia . Pero los días pasan. Algo nos sucede.

Y por ahora la lluvia no deja de caer.