Viajo con vos, y las piernas son innecesarias. Con vos vuela mi alma.
Leo Timossi.
Hemos tenido altibajos, como todos, en todas las relaciones, creo. De hecho ahora estamos algo distanciados, qué sé yo. De un tiempo a esta parte vos estas algo fría, distante; yo ya no te trato como antes, la suavidad y el cuerpo se me fueron al carajo, viste como es esto. Pero los días pasan y llega este, y como cae martes, sé que vos no me vas a regalar nada este año. En la calle van a pulular quinceañeros de la mano de sus novias trofeo, los ositos de la maquina se desean como petróleo y algún que otro resentido racional (después de todo, estar enamorado es experimentar una especie de locura) desacreditará esta fiesta yanqui.
Y vos vas a estar por ahí, y yo voy a estar acá, uno en cada punta, dos ofendidos que se extrañan pero no se quieren ni mirar. Pero yo voy a pensar en vos, gordita, como pienso todos los días. ¡Si al final, sin vos no soy nada! Soñé tantas veces que te besaba hecha oro y vestido de traje, que te exhibía ante el mundo como propia, solo mía y nada más, y me diste los sueños más brillantes. Y en tu vuelo me produjiste los alaridos más lindos, los orgasmos que incluso me llevaron a la oscuridad confusa de abrazarme con desconocidos. ¡Si hablando de vos, hice mis mejores amigos! Compartiéndote aprendí la moral que hoy me lleva a ser una buena persona en un colectivo, que solo no sirve sobrevivir a un naufragio.
Me diste tantas alegrías, tantos llantos, que aunque me dejé querer por leyes y honorarios altos, me cambié de facultad, solo por vos. Sos tan universal, que todavía hoy, y de formas que solo desde lo hermoso de tu contexto pueden explicarse, me llevas hasta personas que no me creí capaz de poderme acercar.
Entonces, aunque existan para el caso fechas más acordes, hoy percibo las sensaciones que flotan y me acuerdo de vos, y siento esto tan lindo en el pecho, y te digo esto, porque pase lo que pase, por lejos que te vayas, nunca me voy a desenamorar de vos.
Feliz día, mi amor.