No sé todavía cual de los dos es el momento más patético:
si el primero, cuando busqué en google “Como
levantar el autoestima” o el segundo momento, cuando me propuse leer
atentamente lo que acababa de buscar.
Afuera hay un montón de pajaritos que parecen estar
avisándose entre ellos que ya, que en cualquier momento, que guarden todo, que
en instantes el cielo se hace mierda. Al
lado mío la policía que cuida la entrada cuenta que está ahorrando para irse de
vacaciones a San Clemente. Dice que a
su nene le encanta ir al Sacoa y a mi
me encantaría decirle que en San Clemente
no tenemos Sacoa sino que tenemos El Disco
Rojo pero me doy cuenta que dije tenemos y también me doy cuenta que no me
está contando a mi.
Así que me concentro en mi monitor
cuadrado, culón y noventoso que cada tanto parpadea y se deja teñir de rojo, de
azul y de verde, según lo que mande la historia que irremediablemente tiene
destino de conteiner. Hace cuatro años tengo el mismo aparato enfrente. Cuando
empecé a trabajar lo veía de lejos y ahora lo tengo casi pegado a la ñata. Prácticamente
no veo.
En la búsqueda de google me saltan
una encima de otra miles de sugerencias de que baje de peso y cómo hacerlo. Reviso
en la barra si yo busqué “¿Cómo levantar
el autoestima de un gordo?” y veo que no, entonces reviso por todos lados a
ver si hay alguna cámara que le haya buchoneado al gugli que tengo varios kilos de más pero no hay nada che, nada. Parece
que los flacos se estiman mucho, se ve. Claro, que nabo. Eso debe ser.
También me lleno de anuncios de
sugerencias para agrandar mi pene, con muchas fotos bastante elocuentes y
vuelvo a revisar que no haya cámaras y como en los dibujitos me fijo si esto es
un sueño y si traje pantalones. Los traje. Me siento tentado de entrar (para
boludear claro) pero me digo que no, que sino el momento más patético sería ese
y me rio, y me agrando y pienso pobres los tipos que entran ahí y se ven
invadidos por virus y mails que ofrecen viagra. Me ha pasado. Es un bajón.
En ningún lado me sugieren que trate
de no chocar mi auto nuevo, ni destruir la casa que estoy cuidando, ni de hacer
las dos cosas al mismo tiempo. No me sugieren rendir finales ni proyectar
realidades, sino esa pajareada trascendental de viajar a India a sentirte en
paz con vos mismo mientras ves la pobreza, mierda y muerte alrededor. Sólo hay
fotos de musculosos pijones que deben manejar como Schumacher y no deben cuidar
la casa de su abuela porque le deben pagar a alguien para que lo haga. Y porque tienen su propia casa quinta que
cuidar, of course.
Me cae la ficha que es martes 13,
martes de lluvia infinita que todavía no explota. Los pajaritos se callaron. La
policía dejó de hablar de San Clemente. El monitor y el cielo se abrazan en un
color rosa bebé que solo augura peores cosas. Parece que google no tiene todas
las respuestas. La siguiente pregunta que pienso hacerle es como hago para
cobrar sin trabajar.